Bueno, realmente ya solo queda una semana y media… ¡Yo no me quiero ir!
Parece mentira lo rápido que pasa el tiempo… Hace nada, estaba en el aeropuerto conociendo a los que iban a ser mis amigos, y ahora, me horroriza pensar que ya no voy a poder estar con ellos como estoy ahora… Casi sin darme cuenta, he visitado muchísimos sitios, he conocido gente estupenda y he tenido muchísimas vivencias (tanto buenas como malas).
Ahora, toca la peor parte; despedirse de todos. Este viernes, es mi último día de trabajo. Como a la vez que yo, se van otros 4 estudiantes de la academia, vamos a preparar una barbacoa. La verdad es que los voy a echar de menos ya que al ser una academia pequeña, somos como una familia.
También, toca despedirse de la host family. Me da pena porque últimamente no paso mucho tiempo en casa (ya que quiero aprovechar al máximo el tiempo que queda para estar con los amigos). Además, también me tengo que despedir de la chica francesa y de la chica alemana que viven conmigo, ya que se van un par de días antes que yo.
Y por último, lo peor de todo. Despedirme de la gente que he conocido… Ya tuve un par de despedidas (por separado) la semana pasada y lo pasé bastante mal… Asique no me quiero ni imaginar cómo van a ir 17 despedidas a la vez… ¡Lo voy a pasar fatal!
Ya sé que a la mayoría de ellos los podré ver a menudo, ya que viven en Euskadi, pero ya no va a ser igual. Ya no vamos a poder quedar en Canterbury para dar una vuelta, o no podremos planear algún pequeño viaje por Inglaterra para el próximo puente,…
Este fin de semana pasado, hicimos una barbacoa en Chatham. A parte de todos los del grupo, vinieron algunas visitas, asique aún éramos más de los que normalmente somos:
Ahora, para que os riais un poquito, voy a poner una anécdota que me lleva pasando durante el último mes y me está volviendo un poco loca:
Cuando vinieron a hacerme la visita, me compré unas zapatillas y las estuve utilizando durante unos días. Pues no sé porque, cada vez que entraba al Tesco (un supermercado) me pitaban las alarmas (tanto cuando entraba como cuando salía). Bueno, pues me estuvo pasando eso durante unos días, y llegué a la conclusión de que eran los zapatos… Pues resulta, que unos días después, entré en otra tienda y las alarmas volvieron a sonar. Yo, estaba muy extrañada porque ya no llevaba las zapatillas y no sabía porque era. Lo más raro de todo es que nadie me decía nada, vamos, que si hubiera querido me podría haber llevado algo sin pagarlo… Al final, un día, en otra tienda, me dijeron que seguramente, podría ser algo comprado en otra tienda distinta o algún aparato electrónico. ¡Pues ya ves tú! Si tengo muchísimas cosas electrónicas y todo lo que tengo es comprado en otros sitios…
Recuerdo un día, en el que todos fuimos al supermercado y especialmente, recuerdo una imagen en la que están todos en la puerta del supermercado riéndose a más no poder mientras a mí me registraban el bolso…
Pues todavía no he conseguido saber qué es lo que pita, y cada vez que voy a un supermercado o a una tienda entro con miedo, con los puños cerrados y susurrando “¡que no pite!, ¡que no pite!”. Siempre que puedo evito entrar y si entro, solo llevo el dinero en la mano, nada más… Espero que cuando vuelva a casa esto no me pase, porque estoy harta de tener que explicar en todas las tiendas que me pasa eso y no sé porque…
Bueno, ya toca ir despidiéndose…
No sé si volveré a escribir algún post, porque el tiempo que me queda, estaré un poco liada teniendo que ir a la universidad y preparando la presentación final que tenemos que hacer delante de todo el grupo Erasmus y de todos nuestros jefes. Asique quiero decir que esta experiencia ha sido estupenda y animo a quien esté dudando en pedir la beca Erasmus a que lo haga. Yo daría lo que fuera por poder repetirla otra vez…
Agur!!
Edurne Sánchez
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