Continuación de Aste Santuko Eskapada
Jon Zapirain (Comercio) – Lohja, Finlandia.
Nos despertamos cuando la
claridad del amanecer ilumino el interior de la tienda de campaña, cuando los
pájaros comenzaron a cantar al alba. En seguida nos pusimos en marcha, teníamos
ganas de empezar el cuarto y penúltimo día de aventura. Recogimos los sacos,
las mantas, la tienda y tomamos la carretera hasta nuestro siguiente destino: “Kuopio”.
Después de 2h30min de trayecto,
llegamos a la ciudad a la hora de comer, pero decidimos entrar en un kirpputori: una tienda de segunda mano en
la que puedes encontrar de todo y que hay repartidas por cada rincón de
Finlandia; de hecho, Manex encontró un chollo: una chaqueta tipo suede marrón por 1€! Después de comer
algo y visitar el centro de la ciudad, nos acercamos hasta la torre “Puijo”
(1963) de 75m de altura, situada en lo alto de una colina, junto a unas pistas
de salto de esquí; fue el primer restaurante giratorio de los países nórdicos y
desde aquí se pueden divisar los lagos de la zona e infinidad de pequeñas
islas.
Torre "Puijo" (Kuopio) |
Sin tiempo para mucho más,
arrancamos y seguimos nuestro camino hacia “Joensuu”, la ciudad universitaria
por excelencia, de la zona Este de Finlandia. Vimos el edificio de la
Universidad, visitamos el centro y paseamos junto al río; pero el tiempo se nos
echaba encima, debíamos comprar algo de comida y encontrar un lugar adecuado
para pasar la noche.
Esta iba a ser nuestra última
noche de acampada y queríamos encontrar un bonito lugar, algún tipo de cabaña
junto al lago o algo así. Sabíamos que era casi imposible encontrar algo
parecido; en cambio, investigando por Internet, dimos con una posible
localización que se ajustaba con lo que buscábamos. Sin pensarlo mucho nos
encaminamos en aquella dirección, hacia la que marcaba una imagen de un blog en
finlandés…
Condujimos como 1h45min por
carreteras y caminos de tierra, hasta que llegamos a un área de hiking. Inconscientemente, elegimos un
camino y lo seguimos, sin saber muy bien por qué. No estuvimos más de 5min
caminando por un sendero en la nieve, cuando vimos una caseta que utilizan los
finlandeses para guardar la leña que cualquier campista puede utilizar para
hacer una hoguera. En ese momento supimos que andábamos cerca de conseguir lo
que deseábamos… Efectivamente, a pocos metros dimos con la cabaña: un lugar
acogedor, con una gran chimenea central para hacer fuego y cocinar, utensilios
y herramientas, madera, una mesa y unos bancos anchos incrustados en la pared
que nos servirían de camas. Además, se encontraba junto al lago “Saimaa”, aún
congelado; en otras palabras, era el p*** paraíso.
Un hotel de 1 millón de estrellas |
Hicimos un gran fuego, cocinamos
buena parte de las provisiones que nos quedaban, pues las circunstancias
merecían mucho la pena, brindamos con las últimas Karjala y bajamos al lago a admirar, en un silencio absoluto, una
de las noches más estrelladas que he contemplado en toda mi vida, era realmente
hermoso, casi mágico.
A eso de las 6:30 de la mañana,
después de haber dormido junto al fuego, volvimos de nuevo al lago, pero esta
vez a observar el amanecer. Los rayos del sol reflejados sobre el agua helada eran
cegadores. Desayunamos como reyes y nos pusimos en marcha a conquistar el
castillo de Olavinlinna, situado en
el pueblo de “Savonlinna”. Fue una auténtica pena porque estaba cerrado, así
que nos tuvimos que conformar con verlo por fuera e imaginar las grandes
historias que guardaban sus paredes de piedra.
Castillo "Olavinlinna" (Savonlinna) |
Sin desanimarnos en exceso,
arrancamos el motor del coche y nos dirigimos hacia el último destino que
constaba en nuestro mapa: “Porvoo”. Fue un trayecto largo de 3h45min pero nos
lo tomamos con calma y a media tarde ya estábamos paseando por la parte vieja
de la ciudad. Era muy curiosa la arquitectura de los edificios, construidos
completamente en madera, así como los cafés y tiendas que cuidaban hasta el
último detalle de su estética, dejando entre los paseantes una agradable
sensación de armonía. Después de degustar una cerveza negra de más de 8€ en una
terraza colgante que daba al río… nos acomodamos por última vez en los asientos
del coche, volvíamos a casa.
Vista de la parte vieja de Poorvo |
La pinta más cara de Poorvo |
Esta vez la distancia era de tan solo 100km, la más corta que hicimos; en cambio, nos pareció eterna. Con más de 2.500km a nuestras espaldas, con 11 ciudades y pueblos visitados, durmiendo escasamente a la intemperie, malcomiendo lo que podíamos, con tan solo una ducha caliente en 5 días, aguantando interminables horas en el coche… Sin embargo, esto no es definitivamente nada, en comparación con las conversaciones y risas dentro del coche yendo de un lugar a otro, el haber cruzado el círculo polar ártico, haber visto renos, alces, zorros… (nos faltó un oso), haber contemplado la inmensidad del mar helado, intuir una aurora boreal entre las nubes… La única pregunta que me surge después de todo esto es: ¿Cuál será nuestra próxima aventura, chavales?
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