Aprovechando que el lunes era fiesta y que el tiempo nos sorprendió con la aparición del sol, aprovechamos para ir a Kutna Hora, que está a unos 80 kilómetros de Praga.
Empezamos el día con el pié izquierdo cuando después de recorrer toda la ciudad en metro para coger el tren, nos dimos cuenta de que en el sitio en el que estábamos ni siquiera había parada de tren.
Por lo menos había autobuses, pero cuando le preguntamos a un conductor qué autobús teníamos que coger para ir a Kutna hora, nos dijo que el siguiente autobús salía a las 12. Teniendo en cuenta que el autobús paraba en todas las paradas habidas y por haber, llegaríamos a nuestro destino a las 2.
La mejor opción era volver a recorrer toda la ciudad para ir a la estación de tren y coger desde ahí un tren directo.
Pues eso hicimos.
A partir de ahí todo fue sobre ruedas.
Llegamos a Kutna Hora a las 12 y nuestra primera visita fue al Osario de Sedlec. Como una imagen vale más que mil palabras, ahí dejo cuatro fotos:
La próxima parada fue en la Iglesia de Santa Barbara. Una enorme iglesia gótica.
Kutna Hora tampoco tiene mucho más, así que después de ver esto y otro par de cosillas decidimos volvernos a casa.
A la hora de volver, perdimos el tren de vuelta en las narices. Llegando sólo tres minutos antes, nos habría dado tiempo a cogerlo. Cuando por fin nos montamos en el tren y ya llevábamos casi la mitad del recorrido hecho, pasó el pica. Intentaba decirnos algo, pero ninguno le entendíamos. Al rato, volvió con otro pica que si que hablaba inglés y nos dijo que estábamos en primera clase cuando deberíamos estar en clase turista. Los asientos no cambiaban demasiado, pero tuvimos que movernos.
Después de este incidente, ya no tuvimos más problemas.
Está claro que los viajes no son lo nuestro...
Desde Praga con amor,
Odei
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